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La industria debate sobre el reciclaje del papel antiadherente de las etiquetas

  • Publicado el 27 de Mayo de 2014

La sostenibilidad y el medio ambiente son muy importantes para FINAT y, por supuesto, para el segmento de las etiquetas autoadhesivas, dentro de la industria del envasado. El Seminario Técnico de FINAT de este año trató sobre distintos aspectos de la cadena de valor del etiquetado para abordar las iniciativas de reciclaje en una mesa redonda moderada por el gurú del sector Mike Fairley. Los integrantes de la mesa fueron Calvin Frost (Channeled Resources Group), Paolo Guagliumi (Munksjö), Erkki Nyberg (UPM Raflatac), Eric van Pottelbergh (RecuLiner), Stephan Reis (Avery Dennison) y Petri Tani (C4G).

Mike Fairley fue el encargado de inaugurar el seminario, con una conferencia en que la recordó a los participantes que la primera patente sobre papel reciclado se registró ya en el año 1800, en el ámbito del papel de periódico. En este sentido, ¿qué impide a la industria del etiquetado darle una segunda vida al papel antiadherente usado?

La mesa redonda hizo un recorrido exhaustivo por los proyectos en los que el sector ya participa o en los que existen posibilidades de reciclaje o reutilización del papel antiadherente de las etiquetas. Calvin Frost y Petri Tani coincidieron en que un paso adelante sería que las empresas de laminado de etiquetas generaran demanda de fibras secundarias y la trasladaran a sus proveedores. Pese a que estos materiales ya están disponibles en el mercado, las marcas todavía no los demandan, quizás, como dijo Stephan Reis, porque tienen que estar dispuestas a pagar más por los soportes reciclados, algo ciertamente complicado en un mercado tan competitivo como el actual. No obstante, como señaló Petri Tani, “hasta el usuario final sabe que el reciclaje es mejor que el vertido y la incineración”.

Mike Fairley destacó la importancia de las iniciativas sostenibles para el futuro de la industria del etiquetado. “No estamos consiguiendo que el mensaje llegue a las marcas y los usuarios”, dijo, “y todavía no disponemos de un sistema para medir la huella de carbono a lo largo de la cadena de suministro de etiquetas. Como industria, aún no tenemos un mensaje claro y coherente”.

El reciclaje de circuito cerrado, o cradle-to-cradle (es decir, de la cuna a la cuna) es un objetivo prioritario para los miembros de FINAT. En este contexto, es mucho más fácil –y tiene más posibilidades de éxito– poner en marcha iniciativas de reciclaje de la capa antiadherente de los films, ya que tiene un valor económico intrínseco. Por ejemplo, el programa de Mitsubishi Polyester Film para la recogida y reciclaje de la capa antiadherente en forma del producto Reprocess™ –que contiene un 25% de material reciclado– ya maneja entre cuatro y cinco mil toneladas de material al año en EE.UU.

Por desgracia, la mayoría de problemas de reciclaje tienen que ver con la capa antiadherente compuesta de papel. Paolo Guagliumi subrayó la importancia que tiene el hecho de que el papel antiadherente se haya catalogado como “reciclable” en la revisión de 2013 de la lista EN 643. En este documento, se ha incluido el papel antiadherente de las etiquetas autoadhesivas en el Grupo 5 (papeles especiales) con el n.º 5.05.03. (La nueva guía de aplicación de la CEPI – www.cepi.org/en643– ofrece información detallada al respecto.)

Erkki Nyberg apuntó que si las autoridades europeas acaban definiendo que el papel antiadherente es un residuo del envasado, no habrá duda: la industria como conjunto tendrá que reciclar. En este sentido, es preferible tomar la iniciativa de manera voluntaria, de ahí que Mike Fairley conminara al sector a “definir objetivos ya”.

Existen otras opciones en el contexto de las “tres erres”: reducir, reutilizar y reciclar. Calvin Frost describió un ejemplo excelente de cómo el papel antiadherente puede enrollarse en bobinas, una solución que ya aplican pequeñas empresas de laminado asiáticas, por ejemplo, para producir cinta autoadhesiva. Otra alternativa es la tecnología patentada RecuLiner. El modelo de la empresa de Eric van Pottelbergh –que ya está en marcha en los países del Benelux– consiste en recoger el papel antiadherente usado y transformarlo en un material de fibra de celulosa con gran capacidad de aislamiento para el sector de la construcción.

Stephan Reis indicó que las empresas de manipulado de etiquetas son quizás la clave para implicar a los usuarios finales, ya que mantienen un contacto directo y regular con sus clientes. Sin embargo, Petri Tani apuntó que “para el impresor de etiquetas, no es fácil hablar con la persona adecuada, quien seguramente no sea la persona encargada de encargar las etiquetas”. Por otro lado, los resultados del proyecto piloto de recogida de papel antiadherente en siete estados de EE.UU. impulsado por la asociación TLMI entre empresas de manipulado certificadas por el programa LIFE serán acogidos con gran interés en Europa y en las asociaciones de la L9. En este punto de la mesa redonda, un delegado de una empresa de manipulado contó que una marca había pedido a su empresa que firmara un documento como garantía de que sus etiquetas no contenían material reciclado.

Al final de la jornada, tanto los integrantes de la mesa como los delegados coincidieron en que FINAT, la asociación europea de fabricantes de etiquetas autoadhesivas, debe liderar este proceso y garantizar el futuro del etiquetado autoadhesivo mediante la divulgación de un mensaje claro: la capa antiadherente de las etiquetas, tanto de papel como de film, puede tener una segunda vida después de haber cumplido su función en la producción y la aplicación de las etiquetas, una función que ha convertido la etiqueta autoadhesiva en un elemento tan útil y duradero en la industria del envasado.

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